-Mi cabeza no ha estado muy clara estos últimos días. Supongo que por eso los girasoles me hicieron pensar en cabezas. Me gustaría que la mía estuviera tan clara como lo son ellos. En el tren venía pensando si habría tan sólo un modo de clarificar y dar nuevo brillo a la cabeza. O cortarla, aunque eso podría ser un poquito violento. O desprenderla y llevarla a algún hospital universitario como si se tratar de un atado para la lavandería. "Por favor, les encargo esto", diría. Y el resto de uno se mantendría dormido por tres o cuatro días, o incluso durante una semana, mientras el hospital se ocupa diligentemente de limpiarla y se hace cargo de la basura. Y uno sin insomnio ni sueños.
(...)
En el tren se le había ocurrido lo de mandar su cabeza a la lavandería, es cierto, pero se había sentido atraído no tanto por la idea de la cabeza lavada como por la del cuerpo en descanso. Un sueño muy reparador, con la cabeza separada. No había duda: estaba muy cansado.
(Yasunari Kawabata - El sonido de la montaña.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario