26.3.08

Estamos enfermos, perdónennos

Tres Refrianex. Eso tomé ayer durante el día, acompañado de numerosos té con limón, para tratar de rajar a la gripe. Todos los síntomas aparecieron de manera imprevista, pero no tan sorpresivamente si analizo mi vida en las últimas semanas (cosa que no voy a hacer acá). Pero vamos, que para mí no es novedad que, cuando no doy más y ya tengo la cabeza quemada de tanto darle vueltas a las mismas cosas, me caigo, así, enferma. Sólo que esta vez no puedo quedarme en la cama por acumulación de obligaciones, así que opto por atacar al malestar así, de forma abrupta, a los golpes, como si fuera D'Elía.

Nunca quiero suspender nada, nunca quiero detenerme a descansar como me aconseja mi papá cada vez que lo visito y me ve así, tirada en su cama tomando mate, con unas ojeras importantes. Así que ahí estaba ayer, arrastrándome pero contenta, con pizza de Guerrín en el estómago, en una de las salas retro-futuristas del cine Lorca que me mareó de lo lindo con su extraño diseño. Camino a Darjeeling, risas, evasión, y de golpe pensaje de texto de mamá preguntándome si estaba en mi casa, porque había cacerolazos y corridas en Plaza de Mayo y en el Obelisco.
Le respondí que estaba en el cine y que no se preocupara; preferí evitar el dato ese que indicaba que el cine estaba ubicado a tres cuadras del desastre, y pensé: "pero mamá, si el desastre está en todos lados".

Salimos y no había mucha gente en la calle. Dos policías en la esquina, pasaban patrulleros y combis de la ley. Cuando llegué a mi casa molida por la gripe prendí la compu y miré TN, Clarín, Minuto uno, C5N, Crítica Digital, todo. Quizás es una deformación profesional, no puedo evitar cuando pasa algo grosso ver todos los diarios y los medios a ver cómo cubre cada uno la noticia. La diferencia entre los titulares era entre ridícula y triste. Revisé la latita donde guardo los remedios, encontré Ibupirac y me tomé dos juntos.

Pasé la noche para atrás, despertándome a cada rato, estirando la mano sobre la mesa de luz en busca de pañuelos descartables, buscando agua con la garganta seca, destapándome porque tenía calor y tirando del acolchado porque me moría de frío. Llovía a cántaros. Mi gato maullaba del otro lado de la puerta. Era como una situación caótica en miniatura. Hoy me compré otro remedio, ya me clavé un par y otros tantos té. Hay trabajo, hay obligaciones, hay recitales a los que no se puede faltar esta noche. El mundo se cae mientras tanto pero da lo mismo, mamá, si el desastre está en todos lados.

3 comentarios:

jule dijo...

¡arriba, cecy!
momento óptimo para leer el examen, de don julio. no porque te pondría mejor -eso no te lo puedo asegurar para nada-, sino que porque los quilombos y reuniones multitudinarias y también ocurre en l novela.
dormir un poco ayuda, también.
y si vas a curvettes y/o a kumbia queers te convido con galletitas con chocolate (no las mías, unas francesas buenísimas) que seguro sí te van a hacer bien.
besos grandes

Julia dijo...

q triste ceso, pero vos y yo sabemos q tenes razon. las enfermedades esconden grandes traumas y con un garrotazo te obligan a pensar. la puta madre...

(bue, al menos para mi)

Shalena Mitcher dijo...

lo de los recitales te lo acepto, pero "hay trabajo, hay obligaciones" de dónde te salió? brrr!
yo creo que el jueves que viene voy a tener que hacerme la enferma, quizás te robe los síntomas y remedios para que sea mas creible, con permisitoo....