Una computadora, siempre
el mate al lado de mi mano izquierda, ya lavado
stickers de niña en el marco del monitor
internos que preciso
mi propio número de teléfono
por si alguien me lo pide
-la buena memoria no es mi fuerte-
un cuaderno a mano, siempre
lapiceras a mano, varias
por el temor a que alguna no funcione
y se pierda mi vida
en el amague de un trazo necesario,
un almanaque de escritorio
de esos con un casillero por día
que me recuerdan qué nota
tengo prevista para cada jornada
-la buena memoria no es mi fuerte-
pilas de libros
el teléfono de línea, que detesto que suene
el teléfono celular, que detesto que suene
auriculares conectados a los parlantes
porque a mi compañera le disgusta el rock
gacetillas, carpetas de prensa
discos, mi cartera repleta
y un inventario
de todo lo que tengo en la oficina
porque, ya sabés
la buena memoria no es mi fuerte.
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