Por la estación de Flores
veo mujeres que se maquillan
más allá de los límites
de su propia cara.
No sé cuántos kilos de rouge usan
ni si se dejan besar por sus clientes
pero los labios y los párpados
permanecen intactos como chucherías de plástico,
nacaradas formas que duelen ahí,
paradas en las puertas
de los hoteles alojamiento de la calle Artigas.
Mientras los orientales juegan al tenis
en una cancha donde flamea
una bandera coreana y otra argentina,
una prostituta con pinta de maestra
pasa la mañana, el mediodía
la tarde, la noche,
parada ahí en la esquina.
Ella no conversa con las demás,
no tiene muchos clientes a juzgar
por el tiempo que pasa allí
y no se maquilla,
miss inerte,
abanderada de una cruda vigilia.
3 comentarios:
"pero los labios y los párpados
permanecen intactos como chucherías de plástico"
me gustó mucho. toda la casa nueva está linda.
hace mucho (demasiado) tiempo, solía caminar en horario "de vuelta" por una calle pegada a una vía (creo que era yerbal, pero le puedo estar errando). al ppio las chicas (y los chicos) te soltaban el espiche, pero cuando se daban cuenta que no agarrabas viaje, te pedían de fumar y te contaban cosas interesantes y eso.
no, no venía al caso. si, ya me iba. saludos.
sí, debe ser Yerbal, calle conocida por la presencia de esas chicas y esos chicos.
¡hace mucho no pesabas! pensé que no te había gustado la nueva casa. me alegra que sí.
besos
"una prostituta con pinta de maestra"
hay una relación muy cercana entre ambos oficios, no hay duda que sí.
No soy muy habitué de Flores (sí de Floresta), pero la reconocí en seguida en tu descripción.
Poemazo.
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