12.9.08

Tesoros de papel*

La búsqueda y hallazgo de ediciones únicas, irrepetibles, curiosas o agotadas, permite vivir experiencias inverosímiles. La diferencia entre encontrar una fortuna en el fondo del mar o correr a los estantes de las llamadas librerías de viejo, provoca emoción, sorpresa y bienestar. Buenos Aires brinda múltiples opciones para iniciar periplos imborrables.

por Cecilia Martínez Ruppel

En las grandes librerías del circuito comercial el ranking de los más vendidos lo encabeza El combustible espiritual, obra en la que el popular periodista Ari Paluch comparte con el público su camino de sabiduría aplicada a la vida cotidiana. En las llamadas librerías de viejo, en cambio, el podio nunca es para uno solo. Escritores como Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Franz Kafka o Roberto Arlt, entre tantos otros, comparten sin problemas de cartel el puesto número uno.
No se pelean por ser leídos ni apuntan a estrategias de marketing.
Son pacientes y aguardan durmiendo en los estantes y las mesas donde las manos elegidas choquen con ellos, los descubran y se los lleven a casa.

Es que algunos libros, tras haber sido en su momento un ejemplar más en una tirada, con el paso de los años, fueron quedando solos, tomaron ese color bronceado que los vuelve mágicos, adquirieron el perfume añejo que conmueve a sibaritas. Algunos, se convirtieron en únicos.

Las librerías de viejos, usados y saldos son las encargadas de ponerlos a disposición de los lectores: curiosos, coleccionistas, estudiantes, turistas y apasionados que encuentran en el hallazgo de determinados ejemplares decoloridos un placer tan incomparable como difícil de expresar.

Por eso, aunque hoy en día pueda leerse Don Quijote en la minúscula pantalla de una palm y resulte posible acceder a casi cualquier libro mediante un solo clic, estos reductos porteños en los que se ofrecen joyas de la literatura nacional e internacional siguen dando batalla.

Verdaderos templos
Aunque Buenos Aires cuenta con numerosos espacios dedicados al tema, distribuidos en diversos barrios, incluso llegando a Vicente López, Martínez o San Isidro- la mayoría se encuentra en San Telmo o por el centro, a lo largo de la Avenida de Mayo y la calle Corrientes, especialmente. Al mismo tiempo del circuito de Florida, en locales laberínticos ubicados en galerías comerciales construidas en los años 60.

Monk, es una de ellas. Se trata de una librería situada en Corrientes 1440, al lado del clásico bar La Giralda, donde el chocolate con churros invita al más tímido en los días de frío.

“En general no voy a buscar un libro en particular, pero siempre encuentro cosas cuando revuelvo”, asegura un coleccionista amante de la buena literatura. Así se llevó La esperanza, de André Malraux, segunda edición de noviembre de 1978; (la primera es de octubre del mismo año), de editorial Sudamericana. Otra de las joyas con las que recuerda haber topado es una ejemplar de la década del 60 de Fausto, de Goethe, por el que apenas pagó menos de 10 pesos.

Diferente es el caso de otro de los clásicos de la misma avenida: Edipo, que abrió sus puertas a fines de los setenta y tiene otra sede en la avenida Santa Fe. De milagros y melancolías, de Manuel Mujica Láinez –una edición de 1968- se vendió en apenas 6 pesos, y Abaddón el exterminador, de Ernesto Sábato, a por sólo 7”. Suena a ciencia ficción. Estos son algunos de los títulos que la asidua lectora y coleccionista Cristina González recuerda haber comprado ahí.

A su vez, resultan frecuentes las visitas de turistas que se sienten particularmente atraídos en estos rincones míticos. Según Gustavo Breitfeld, experto en libros antiguos, “Buenos Aires es la capital de Latinoamérica con mayor cantidad de librerías anticuarias. Éstas venden ejemplares que cumplen la condición estricta que los convierte en antiguos, es decir, tener más de cien años. También son requeridos otros raros o más jóvenes, que cumplen con distintas cualidades”.

“Hay bibliófilos que siguen una temática o un autor, otros que buscan primeras ediciones, libros ilustrados o autografiados, o encuadernaciones y formatos valorables”, explica Sergio Di Falco, de Tienda de libros, un local ubicado en Vicente López, sobre la avenida Maipú, a la altura del 552.

El perfil de los seguidores de este rubro oscila desde quienes compran un libro antiguo de lomo sofisticado sólo para decorar su casa, tanto como los que batallan por tener una primera edición de Los 7 locos o de El juguete rabioso, de Roberto Arlt, que puede costar hasta dos mil dólares.

Una de las librerías en donde recaen numerosos turistas es la emblemática Ávila, declarada de interés cultural y patrimonio histórico de la ciudad, ubicada en Alsina al 500. Esto se debe a que el lugar figura en guías de Buenos Aires, pero además hace mérito desde hace años para atraer curiosos y compradores. Allí se consiguen ediciones antiguas de Cortázar y Borges que no se hallan en otros países, además de libros de una gran variedad de autores. Los precios arrancan desde cifras risibles, como 2 euros. El éxito resuena en París, Madrid, Barcelona, Berlín, Roma… Los que llegan a Buenos Aires interesados en este metier, van directo y sin escalas. Pero también hay volúmenes más caros, claro, depende siempre se los valores de edición, fecha y un sinfín de detalles a considerar por los especialistas.

Como en la Gran Vía
Ya son un clásico las librerías de la Avenida de Mayo. El Túnel (a la altura del 767) ya cumplió tres décadas y cuenta con glamour y clima genuinos. Un lugar muy borgeano donde suelen ir muchos escritores, editores y coleccionistas de todo el país. Desde incunables, hasta agotados, mapas, grabados, ediciones numeradas, de todo para poder elegir tranquilo. A pocos metros, la Librería de las Luces (al 900) combina perfectamente con los cafecitos y los edificios aristocráticos de la zona, y tientan a cualquiera que pasa a pispear y zambullir las manos en las mesas de ofertas prodigiosas.

Dejando la Gran Vía porteña, se verá que también las hay nuevas, como La internacional argentina; recién mudada a El Salvador y Gascón, después de haber estado un tiempo en Honduras, casi y la vía, en otro rincón de Palermo. Sus jóvenes dueños -quienes llevan adelante además la editorial Mansalva-, se especializan en poesía, y ofrecen viejos números de revistas del género, antologías y mucho más, logrando que convivan allí la vanguardia de editoriales como Eloísa Cartonera y Vox, con las páginas ya ajadas que alguna vez supieron escribir Arturo Carrera o Alejandra Pizarnik.

Por supuesto, para pasear en las tardes de sol, no pierden vigencia las tradicionales ferias, en las que pueden encontrarse amigables libreros dispuestos a recomendar títulos. Además, para los que realmente sienten ese cosquilleo que producen los desafíos, están los míticos prados porteños: Parque Centenario, Parque Rivadavia y la plazoleta de Plaza Italia cuentan con gran cantidad de puestos. Allí se puede conseguir desde literatura editada recientemente -desde José Saramago a Paul Auster- casi como nuevos. El oficio de mentir, de Abelardo Castillo y El arrancacorazones, de Boris Vian, no superan los quince o veinte pesos, respectivamente.

A la hora de comprar este tipo de libros, no importa qué es novedad ni cuán blancas estén las páginas. Su precio tampoco tiene que ver con la calidad. Lo significativo es animarse a recorrer esos laberintos de mil lomos para saciar la sed de nuevas historias hasta encontrar, cual Alicia en el país de las maravillas, el que diga “bébeme”.

*Revista Varúa, placeres de la cultura & el arte - Finca La Anita. Invierno 2008

4 comentarios:

Edu. dijo...

Lindo texto. Y donde esta el de Vian? Me estoy haciendo de sus libros ahora... Que bueno que es! Junto a Sharpe y Fante, mis obsesiones actuales...
Lindo blog.

Franky dijo...

La verdad que si, menos mal que quedan esas librerias, y las de corrientes, donde uno puede comprarse un libro y pagar menos de $50... Ahora es tremendo, TREMENDO, lo que cuestan los libros... Ves una novela en exposición, la hojeas, parece buena, y cuesta $70. Cómo haces?

Anónimo dijo...

cual es la maquina de escribir de dios? inu

Cecilia Martínez Ruppel. dijo...

edu: yo amo re amo a vian, tengo un tatuaje que dice "la espuma de los días" y todo. hay muchos libros suyos en la librería hernández de la calle corrientes, yo siempre consigo ahi. y el otro día en parque centenario compré otoño en pequín, usado, a buen precio!

franky: coincido, demasiado caros están los libros! por eso hay que comprarlos usados! para eso recomiendo la librería de mi amigo anuk, el link por ahí al costado... beso!

inu: la máquina de escribir de dios... puede que fuéramos nosotros.