Miré a la izquierda. Era de madrugada y una luz anarquista se prendía en el umbral siguiendo sus propios patrones: cada cinco minutos, cada cuadro, cada dos, cada uno. Vi un charquito de agua formado por el sudor frío de un aire acondicionado y vi una bolsita de nylon, blanca, insulsa pero no tanto como para pasar desaperciba, acostada sobre la vereda: una bolsita de la calle. Me pregunté quién la habría tirado. De repente, me pregunté quiénes tiraban todas las bolsitas que me encuentro por la calle. Imaginé a un hombre que salía de un almacén con un cartón de vino y tiraba la bolsita, imaginé la misma situación con una mujer, con una chica joven, con un nene; siempre con distintos elementos. Los vi como libertadores, poco ecologistas, descuidados de la limpieza de la ciudad, pero amantes de la libertad de nylon.
La bolsita se arrastró por la vereda, rozándola, hasta donde estábamos sentados. Corrí el pie para no obstruirle el paso y las piernas al lado mío hicieron lo mismo. La vimos pasar hacia la derecha, la imaginé contenta, recordé la escena típica de Belleza Americana. Ahí la bolsita levantó vuelo, se hinchó el pecho de viento y orgullo y empezó a bailar en el aire. Cuando se cansó volvió a acostarse en el suelo.
Me pregunté hasta dónde llegaría. La imaginé recorriendo el mundo, paseando por todo Buenos Aires, a veces caminando en la vereda, a veces volando, según sus ganas. Imaginé a un portero lavando la vereda y quitándola de su camino, imaginé a alguien a quien se le enganchaba la bolsa en el pie al caminar. Vi cómo se agachaba para sacarla de su paso y la tiraba en un tacho de basura. Imaginé a un barrendero sacando todas las cosas "inútiles" del camino. Me pregunté quién la mataría y me dio pena la bolsita pero pensé que se dio el gusto. No fue una bolsita de la fábrica al almacén, y del almacén a una casa, y de la casa a servir de bolsa para el tacho de basura, y del tacho de basura al cordón de la vereda, y de ahí al camión de basura. Fue una bolsita de las que logró escapar un rato, darse unas vueltecitas, respirar aire fresco y vernos sentados en el umbral una madrugada debajo de una luz anarquista.
2 comentarios:
Me encanta! Como no recordar la escena de Belleza Americana? Una de las más lindas de toda la película. Y eso que Belleza Americana está inundada de fotos lindas. Besos, Ce!
Me gustó. Me hizo recordar a mi niñez, cuando jugaba todo el día con una bolsita. Eramos bastante pobres. En fin, me gustó.
Y "Una luz anarquista" es lindo nombre para una película o para un libro. Pensalo.
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