La felicidad de ahorita mismo

Estaba leyendo blogs. Disfrutando palabras ajenas antes de ponerme a escribir las mías en el extenso word que empecé hace un tiempo y pretenderá ser una novela. Escuchando lo nuevo de Regina Spektor, tomando té de menta. Y no sé por qué, pensamiento va, pensamiento viene, muy relajada, me puse a memorizar qué había hecho hoy y por qué esta noche decidí no salir. Entonces me acordé que me levanté muy tarde, que hice fiaca en la cama aun unas horas más y que después de levantarme, fue ahí nomás cuando decidí no hacer nada, porque la salida de ayer ya había valido por todo el fin de semana.
Así y todo, me puse presentable como para poder ir hasta el súpermercado chino, compré unas cosas y pasé por la verdulería en busca de peras, frutillas, naranjas, bananas y mandarinas para mis queridos jugos multifrutas diarios, de óptimo humor, de ese humor dulce que flota en el ambiente cuando una se dedica una noche. Por eso volví, me preparé un fernet en vaso largo, y me puse a cocinar una especie de calzone de puerro, ají, queso, cebolla, huevo y champigñones. Cené tranquila, mirando una peli, y como me había sobrado relleno hice dos panes gigantes, amasé con amor, sentí el placer ese que da preparar comida y metí la bandeja en el horno y me vine a la compu. Y ahí, cuando se me ocurrió enumerar mentalmente todo lo que había hecho hoy llegué a los panes rellenos amasados y repetí en mi cerebro colgado: PANES RELLENOS, y vi la imagen de mí misma poniéndolos en el horno, pero nunca sacándolos...
Así que corrí a la cocina, abrí la puerta, sentí el aroma, apagué el horno antes de abrirlo siquiera y cuando lo abrí uf, vi dos panes muy bonitos que no se habían quemado y sonreí orgullosa y volví a la computadora tranquila y feliz, decidida a darme un merecido baño relajante y usar todas las cremas del estante y prender un sahumerio y pintarme las uñas de los pies.
Hasta regué el bonsai hoy, y lo puse abajo del techito porque anuncian lluvia para mañana. Hasta me depositaron el sueldo. Hasta me acordé de cambiar la lamparita del pasillo. Hasta combiné con mi hermano para ir a votar a mi antiguo barrio. Hasta me queda una semana de vacaciones. Hasta el lunes cumplo años. Hasta tengo mañana una cena de no-cumpleaños. Hasta me consiguieron una peli que re quería en dvd. Hasta mi papá me llamó hoy para decirme que en la semana me cuelga la hamaca paraguaya en el patio, imagináte cuando venga la primavera y tome mate y licuados leyendo colgada por ahí. Hasta tengo anteojos nuevos. Hasta tengo Qué viva la música esperándome en la mesita de luz para inaugurar. Hasta tengo la agenda llena de actividades y compromisos que ansío con personas que quiero. Hasta tengo grandes planes para los tiempos que se vienen y, aunque bien sabemos que todo puede cambiar, la cuestión es el momento preciso, y el de hoy es tentador como un pan.