28.5.10

El tema es así:

Fuimos a comer a El Cuartito. Pizza, moscato, charla, partido en la tele, nos vamos. Se van en auto los chicos, yo decido irme sola a tomar el colectivo, necesito música y paz, un recorrido breve por el laberinto de mis monstruosidades.
Camino hasta Córdoba y me doy cuenta que me olvidé en la pizzería mi pañuelo negro, uno que compré hace más o menos un mes y que usaba en el cuello para cuidar mi garganta del frío (que por cierto igual en este momento está muy mal, la garganta, no el frío).
La primera reacción fue pensar "uh, tengo que volver a buscarlo", pero después pensé que no. Pensé que un mozo lo encontraba y le decía a otro "uh, mirá, una chica se olvidó esto" y que alguno se lo quedaba o se lo llevaba a una mujer, hija-novia-esposa-sobrina o quién sabe qué. Y pensé que no ir a buscarlo era no valorarlo, pero también que dejarlo era un regalo. Y que el recorrido del pañuelo podía estar bueno, que la energía se mantiene en movimiento, que todo siempre vuelve a su forma circular. Que de última es una excusa para comprarme un pañuelo nuevo porque de hecho ese no me convencía del todo, por unos flequitos que no me gustaban, y por suerte puedo comprar un pañuelo más.
Pensé que es todo así. Dejás ir, dejás espacio para que llegue otra cosa, te despojás de lo material y también del pensamiento y no ahondás más sobre el asunto. Todo llega cuando tiene que llegar y se va cuando se tiene que ir, así que mejor no emperrarse. Y si no se tenía que ir me hago cargo de mi decisión y ya: te regalo un pañuelo para el cuello, para el pelo, para limpiar algo, para darme la oportunidad de elegir otro pañuelo que me guste más.
No estoy segura de qué significó el hecho, pero me nació actuar así.

7 comentarios:

Amanda dijo...

que lindo post y que fuerza que tiene.

El pañuelo ese te tenia que cuidar la garganta y no lo hizo. esta bien que lo hayas abandonado a un destino incierto.

Ahora te podes comprar uno sin flequitos que no te gusten y que te cuide la garganta.

El señor H dijo...

hay un poema ahi, audrey

Mana dijo...

Que lindor leerte!! Y si, la energia se materializa y sigue su curso. Que loco pensar q ese pañuelo ahora abriga otra garganta feliz.

Besos Ceso!

Anónimo dijo...

A mi tambièn me nace pensar asì, solo que yo le llamo vagancia.
Inu

Shalena Mitcher dijo...

pensé que al final lo ibas a encontrar en la cartera.

me cuesta soltar un toque or whaaat.

feliz día, cel :)

Martín dijo...

Me gustó el texto. Pero mas me gustó la utópica idea de poder regalar pañuelos sin importar, de no pensar en la obtención material y en la tranquilidad que te genera el poder "comprar otro" ojala no hubiese que comprar otro.

Rocío Ricci dijo...

Yo digo que son cosas con destino peregrino, te las encontrás y a la larga las volvés a perder y así, en una rueda eterna, todo porque el primero decidió soltarlo.
Si me llega tu pañuelo negro te aviso ;)