3.10.08

Pequeñito diario de la fiesta del cerdo

La señora, de unos sesenta y pico, corre para tratar de alcanzar all colectivo, parado en una esquina por el semáforo en rojo. Durante esos segundos un viejito, pelo blanco, boina negra, diario en mano, se detiene y gira para ver la carrera de la mujer. Mira atento, expectante, nada lo distrae hasta que, finalmente, ella apoya un pie en el escalón de subida del 76 y él sonríe con una mueca enorme. Está evidentemente satisfecho, feliz por el triunfo secreto de dos desconocidos.

7 comentarios:

Julia dijo...

Me identifico con el viejo.

Cecilia Martínez Ruppel. dijo...

epa!
¿?

Oli dijo...

verdad que son geniales esos momentos de satisfacción ajena?...si que es genial sí^^

Anónimo dijo...

Hoy en dia casi todos son algo licenciosos, si , es asi. ggg
inu

Cecilia Martínez Ruppel. dijo...

oli: sí, fue muy contagiosa la notoria satisfacción del señor... creo que lo celebró internamente más que la mujer, y a mí me encantó ser testigo.

inu: los colectiveros no siempre ¿?
je

Unknown dijo...

Gran ingesta de boris vian. Recuerdo viajar con el otoño en pekín, literal y metaforicamente: se avecina relectura.

abrazo

Cecilia Martínez Ruppel. dijo...

chino: sí, vian es para leer y releer. yo algunos los leí de muy chica e imagino que ahora me partirían más la cabeza. el arrancacorazones por ejemplo, he de buscarlo nuevamente.