La señora, de unos sesenta y pico, corre para tratar de alcanzar all colectivo, parado en una esquina por el semáforo en rojo. Durante esos segundos un viejito, pelo blanco, boina negra, diario en mano, se detiene y gira para ver la carrera de la mujer. Mira atento, expectante, nada lo distrae hasta que, finalmente, ella apoya un pie en el escalón de subida del 76 y él sonríe con una mueca enorme. Está evidentemente satisfecho, feliz por el triunfo secreto de dos desconocidos.
7 comentarios:
Me identifico con el viejo.
epa!
¿?
verdad que son geniales esos momentos de satisfacción ajena?...si que es genial sí^^
Hoy en dia casi todos son algo licenciosos, si , es asi. ggg
inu
oli: sí, fue muy contagiosa la notoria satisfacción del señor... creo que lo celebró internamente más que la mujer, y a mí me encantó ser testigo.
inu: los colectiveros no siempre ¿?
je
Gran ingesta de boris vian. Recuerdo viajar con el otoño en pekín, literal y metaforicamente: se avecina relectura.
abrazo
chino: sí, vian es para leer y releer. yo algunos los leí de muy chica e imagino que ahora me partirían más la cabeza. el arrancacorazones por ejemplo, he de buscarlo nuevamente.
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