21.9.10

Tres Levreros

Unos fragmentos de La novela luminosa, que anoche me puse a releer mientras esperaba que se gratine el queso de las calabazas rellenas (cosa que, noté, demora mucho). Tomaba whisky, sentadita en el sillón mientras al lado mío leían Lovecraft, y me emocioné cuando llegué a estas partes; un libro que me resulta absolutamente indispensable y amado, así que lo quise compartir:


Podría, quizá, mientras intento ir digiriendo todo esto, limitarme a unas líneas sobre el problema de la consciencia.
Uno tiende a percibir las cosas de modo tal que puedan integrarse buenamente a la rutina de sus días. Si cualquiera de nosotros se detuviera a percibir cualquier cosa que fuere, con la intensidad que cualquier cosa que fuere, merece, no habría rutina posible, ni contrato social posible. La percepción es manejada por la consciencia a su gusto, y cuanto más estrecha es la consciencia, tanto más desvaída es la percepción. La percepción es un acto doloroso, es un acto de entrega, es un acto de desintegración psíquica. Por eso somos cuidadosos con la selección en los alcances de nuestra percepción. Ciegos porque no queremos ver; y no queremos ver porque sabemos, o creemos, que no tenemos la fuerza necesaria para cambiar todo.
No me convenía, no le convenía a mi estrecha consciencia percibir a aquella muchacha.

*

No se si se nota que he dado vida a un monstruo delirante que me persigue sin cesar; por algo, por algo sería que tanto me resistía y tantas vueltas daba antes de ponerme a escribir las primeras líneas de esta novela. Los más disparatados episodios de mi vida se agolpan en mi mente y no me dejan descansar; estoy comiendo y durmiendo mal, despertándome muy tarde y acostándome cuando ya está saliendo el sol; ayer hubo serias amenazas de cólicos hepáticos y, desde antes de ponerme a escribir, vivo en un permanente estado gripal, a todas luces falso: una excusa para perder el tiempo escribiendo. Vivo para la novela; pienso en ella todo el tiempo; paso en limpio las hojas del borrador, añado y podo, y pienso, pienso, pienso. Mi vida se ha transformado en un discurso, en un monólogo ininterrumpido que se ha hecho ya del todo independiente de mi voluntad. Es el delirio, la búsqueda de la catarsis, la imposición del trabajo que debo realizar -quiéralo o no- con la única, borrosa esperanza de llegar algún día al punto final, quedar vacío, exhausto, limpio -y pronto para otra-. Pues debo insistir en el hecho de que ninguna de las experiencias luminosas y ninguna de las experiencias liberadoras ha servido para poder decir "ya está", "ya llegué", "era esto". Por otra parte, si alguna vez busqué -y vaya si lo he hecho- alcanzar algo que me permitiera decir "ya está", "ya llegué", ahora soy muy consciente de que eso sólo se alcanza con la muerte, y a eso, pues, le disparo más que al mismísimo demonio. Que nadie se llame a engaño: no tengo ninguna gran sabiduría para transmitir y espero no llegar a tenerla nunca. El nombre de la sabiduría es: arteriosclerosis.
Corro, pues, detrás de mis pensamientos porque ellos me exigen ser trasladados al papel, y hacerlo es el único recurso que se me ocurre para confiar en que se agoten.

*

Cuando todo lo demás falle, cuando carezcas por completo de puntos de referencia, cuando sientas que nada ni nadie te puede ayudar, busca un loco. Es muy probable que yo no sea recordado como escritor, aunque por un tiempo figure en los análisis críticos de esta época, por causas que sospecho de emergencia, o escasez; pero estoy bien seguro de ser recordado durante un tiempo por quienes me conocieron, y que me recordarán nada más que por loco. En otras palabras: mi auténtica función social es la locura.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es raro pasar por acá, antes el señor nakata y cels hacían de este blog un lugar donde pasar el rato. Ese toque se ha perdido. Ahora se parece al de un escritor, que intenta escribir, o al menos eso nota. ¿toque femenino?...no sé. Saludos!!
Inu

Cecilia Martínez Ruppel. dijo...

Inu, cómo estás?
gracias por los comentarios. creo que ando medio fan de twitter y pongo ahí las cosas más cotidianas y breves. de todos modos esperamos que el espíritu -que es siempre el de hacer las cosas con amor- se mantenga. besos!

laly dijo...

Para que se gratine màs rapido debes poner la bandeja abajo, en lo que serìa "la parrilla" de la cocina (ese cajòn de abajo del horno)